martes, 17 de marzo de 2015

ESCONDIDO (Caché)


Título original: Caché
Director: Michael Haneke 
Intérpretes:  Daniel Auteuil (Georges), Juliette Binoche (Anne), Maurice Bénichou (Majid), Annie Girardot (Madre de Georges), Lester Makedonsky (Pierrot), Bernard Le Coq (Editor), Walid Afkir (Hijo de Majid), Daniel Duval (Pierre), Nathalie Richard (Mathilde), Denis Podalydès (Yvon), Aissa Maiga (Chantal).
Productor: Coproducción Francia-Austria-Alemania-Italia; Les Films du Losange / Wega Film / Bavaria Film / BIM Distribuzione
Guión: Michael Haneke
Música: Ralph Rieckermann
Fotografía: Christian Berger
Montaje: Michael Hudecek, Nadine Muse 
Duración: 117 min.
Año de producción: 2005
Nacionalidad: Francia, Austria Alemania e Italia

La familia no representa sólo la estabilidad, la voluntad y la satisfacción de construir, sino el miedo a perderlo todo. (Michael Haneke).



¿Conciencia de qué?



Al director, Michael Haneke, le han señalado como alborotador y rebelde, y la vez ser un director europeo asombroso. Todos sus filmes se determinan por no dejar indiferente ni al último espectador. Duramente criticado y abucheado en festivales de renombre, ha conseguido ser amado y odiado a partes iguales. Buceando en su biografía descubro que Haneke es Licenciado en filosofía y psicología (hecho que explica muchas de sus películas). En ellas, se traza magnánimas preguntas filosóficas que han venido atormentando a la humanidad. Construye escandalosas narraciones que agitan y remueven los cimientos y las reflexiones de los espectadores.

 
Haneke empezó a trabajar como director algunos años después de ser editor y dramaturgo, e incluso llegó a dirigir diversas obras de teatro en Alemania para llegar a director de televisión en 1973. Aunque en 1989 será un gran año pues es cuando se estrena su primer largometraje llamado El Séptimo Continente, es aquí cuando se marcan sus huellas implícitas y su condición de oscuro y inquietante director. En 1992 se estrena su próxima película, El Vídeo de Benny, que le dio a conocer a nivel mundial. No obstante, el triunfo le vendrá dado de la mano de Funny Games (1997) para cuatro años después estrenar La Pianista. Pero la que nos ocupa es Caché con la que le fue otorgado el premio al Mejor Director en Cannes. Película de pánico intangible, en la que nada es axiomático y que necesita de la implicación del público.




Caché arranca con unas cintas anónimas desconciertan a un individuo que ve amenazada su estabilidad emocional. Pero en esta película, Haneke se centra más en el sentimiento de culpa y la inminencia de un peligro que no se ve, que en la ejecución de una amenaza. El conflicto que se establece en el film tiene que ver con la culpa, no asumida, que siente el pueblo francés, con respecto a la masacre cometida en Argelia. Este conflicto tan amplio, lo vemos individualizado en George, representante del pueblo francés y en Majid y su hijo, representantes del argelino.

Haneke asusta, impacta, repele o conmueve pero no de forma gratuita sino con el objetivo de situarse en un punto de partida para llevarnos a una reflexión más profunda y compleja sobre temas que pocas veces son tratados con consistencia en el cine.
Al igual que en todas sus películas los temas se mantienen, hay actores que también repiten bajo la dirección del austriaco. Por ejemplo, el director vuelve a contar entre sus filas con la complicidad de Juliette Binoche. La editora Anne de Caché, tiene el mismo nombre que la actriz de Código Desconocido, además su pareja sentimental también se llama Georges. Daniel Auteuil (Georges en la película), a pesar de ser la primera vez que trabaja para Haneke, ha sabido interpretar perfectamente una personalidad compleja, por lo que ha sido galardonado con el Premio al mejor actor por los European Film Awards en 2005.
 

Caché comienza con una larga imagen aparentemente banal, parece una calle cualquiera, pero a los pocos minutos nos enteramos de que encuadra la fachada de la casa de los protagonistas: una prototípica familia burguesa compuesta por Georges (Daniel Auteuil), presentador de un programa de televisión sobre literatura, su esposa Anne (Juliette Binoche), editora y su hijo Pierrot (Lester Makedonsky). A medida que avanza la película descubrimos que la imagen pertenece a una cinta de vídeo anónima depositada en la puerta de la casa. Más tarde, el número de vídeos aumenta, están rodados a escondidas en la calle y se ven planos fijos de distintos lugares: un bloque de pisos y una puerta azul o la casa donde se crió Georges. Estas cintas vienen acompañadas por extraños e inquietantes dibujos. No se sabe quién los manda, pero alguien los vigila. Poco a poco, el contenido de los vídeos se hace más personal y Georges cree saber quién es el autor: Majid (Maurice Bénichou), un amigo de la infancia que vivía en su casa. Su recuerdo está vinculado a una traición, un secreto de familia relacionado de alguna manera con la matanza en 1961 de manifestantes argelinos en París.La familia de Georges se siente amenazada y los pilares de su tranquilidad y comodidad burguesa comenzarán a tambalearse. Al final, y pese a los esfuerzos de Georges, nos queda la duda de quién ha sido el autor de los vídeos. La solución al misterio es algo que Haneke deja en el aire de manera intencionada para sembrar no sólo un interrogante en el espectador sino también para evitar que el film se convierta en un thriller convencional.



Michael Haneke deja varios interrogantes, esto hace que aumente la sensación de desasosiego, pero este sentimiento no sólo nos acompaña durante la película sino también después de haberla visto. Todavía me quedan dudas acerca de la autoría de las cintas: ¿el propio director?, ¿el espectador?, ¿la propia conciencia del protagonista? Hay ciertos flecos que no se explican en ningún momento, por ejemplo ¿por qué va el hijo de Majid a hablar con Pierrot a la salida del colegio?, ¿de qué hablan?
La película no logra hilarse al completo. Y aunque Haneke justifique este modo de narrar, afirmando que para él lo importante no son los hechos sino el proceso de revisión que ha desencadenado a partir de ella, pienso que un buen film debe contar una buena historia, tener un argumento contundente y bien desarrollado; además de transmitir algo y hacer pensar al espectador.
A pesar de que la historia en sí es simple y poco interesante, Haneke nos expone a través de diversas situaciones temas muy sugestivos como las frágiles bases en las que se asienta la vida burguesa, la mentira, las difíciles relaciones generacionales y la incomunicación entre la pareja.
Además de estos temas que flotan en la superficie del filme, existen otros más profundos que actúan de telón de fondo en toda su filmografía. Éstos son: crítica férrea a la burguesía mediante la alteración del orden establecido, crítica a los medios de comunicación y sobre todo a la televisión, la violencia, el racismo, el sentimiento de culpa y por último, la recuperación de la memoria histórica.

La crítica a los medios

 

En este caso, Haneke dispara su dardo crítico contra la televisión, como principal medio de representación de la realidad. El director plantea cómo este medio pretende hacernos creer que conocemos el mundo y que asumimos el dolor del otro, sólo por el hecho de verlo en una pantalla. Pensamos que esto nos hace víctimas, cuando en realidad lo que nos hace es cómplices.
A lo largo de toda su carrera, nos intenta mostrar que la realidad filmada no es la realidad. No podemos decir que no conozcamos los horrores del mundo gracias a la televisión, pero debemos ser conscientes de que verdaderamente lo que nos ofrecen es una realidad manipulada. Una imagen es sólo una parte, una aproximación a la realidad, pero que fácilmente se puede volver en un sustituto de ésta. Por mucho que veamos imágenes de violencia o hambre, jamás sabremos lo que es en realidad hasta que no lo experimentemos en nuestras propias carnes. No es lo mismo ver una imagen de un niño desnutrido que pasar hambre.




 

Lo que provoca el sentimiento de culpa son las cintas de vídeo y los dibujos que recibe Georges. El protagonista se tiene que enfrentar a algo que cometió siendo un niño. Esto le obliga a salir del mundo en el que está atrincherado y enfrentarse a un pasado que rechaza y que ha intentado olvidar. En palabras de Haneke: “Quería hacer una película sobre eso, porque a los niños siempre se les considera inocentes y no responsables”.
El presentador repite hasta la saciedad que él no hizo nada y que no es responsable de la mala vida que llevó Majid después de abandonar su casa. Se justifica ante su mujer, ante su jefe, y ante él mismo con el objetivo de autoconvencerse. Sin embargo, en el fondo se siente culpable. Cuando vuelve a su casa tras haber presenciado el degüello se siente más culpable que nunca, como si él le hubiera cortado el cuello.
Georges es totalmente inocente y, aunque, como individuo no puede ser juzgado, colectivamente, como parte de la burguesía y una sociedad de consumo que se construye sobre la base de guerras e invasiones, Georges sí es culpable.
El mensaje que nos da esta película es sencillo pero a la vez desalentador: quien en el mundo actual sea un privilegiado, no está libre de pecado.